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domingo, 20 de mayo de 2012

El Reloj Automatico

El Reloj Automatico


El reloj automático fue un invento muy novedoso en su tiempo, que sigue creándonos cierta curiosidad y actualmente dispone de una inmejorable posición en el mercado codeándose con el reloj mecánico tradicional, y es como su nombre lo indica, un reloj que se sirve de un mecanismo que le permite mover sus agujas sin la necesidad de valerse de una cuerda o batería limitada, como el resto de relojes, que le proporcione movimiento, sino de un simple mecanismo que se basa en utilizar la inercia del movimiento del portador del reloj y un contrapeso. Un simple movimiento, por muy leve que sea, y transmitirá la energía suficiente para mantener el reloj con vida. Su resorte se carga moviendo el reloj pero no actuando sobre la corona. Es tan fácil como que se nutre de su propio movimiento. Aparentemente, la fuerza que permite funcionar a un reloj automático es exactamente la misma que mueve un reloj mecánico clásico. Su fuerza proviene de una espiral, denominada Muelle Real, creada con la finalidad de liberar su energía de una forma graduada y muy precisa. Este reloj es capaz de tomar la medida del tiempo con total precisión y exactitud con la energía transmitida.
Una de las primeras empresas relojeras en fabricar este nuevo concepto de reloj fue la archiconocida Rolex, alrededor de 1931 creando gran expectación en esta nueva modalidad de reloj. Sus relojes portaban un rotor de 360º de radio de giro y un mecanismo que se nutría del movimiento de su propietario siempre que éste permaneciera en la muñeca y en movimiento. Aunque mucho han cambiado los modelos y montajes desde que Rolex iniciara su andadura por este campo. Hay que decir, que aparte de relojes automáticos de pulsera, también existieron relojes automáticos de bolsillo, curiosamente llamados "podómetros" gracias a que se cargaban por el movimiento que transmitía el portador al andar en esta ocasión.
Actualmente, el modelo que portamos y conocemos la inmensa mayoría de las personas es el modelo posterior de John Harwood, que fue el primero en fabricar en cadena esta nueva concepción de medir el tiempo. Fueron las empresas suizas Schild y Fortis las que lo produjeron e introdujeron al mercado. En sus comienzos, estos relojes tenían un coste muy elevado y solo estaban disponibles para las clases adineradas que se lo podían permitir, ya que era una forma de demostrar poder y clase, puesto que en estos relojes se introdujo el oro y las piedras preciosas para otorgarle un toque de originalidad y exclusividad.

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