Educar A Los Hijos Significa Conocerlos

Educar A Los Hijos Significa Conocerlos


Para educar a los hijos bien y ser efectivos debemos comprender cómo nuestros hijos ven el mundo, debemos tener empatía con ellos.
Los niños viven en el mundo que ellos perciben según su edad, por tanto, es distinto del de los adultos. Entender y ser conscientes que no pueden actuar, pensar ni sentir como nosotros es fundamental para evitar retos y disputas.
Los padres podremos adquirir práctica para ser empáticos con los hijos con el tiempo y con ayuda de educación emocional, además de poniendo en práctica las bases de la disciplina positiva.
Estos son algunas cuestiones que deben ayudarnos a entender mejor el mundo del niño y a educar a los hijos mejor:

El niño sólo aprende a conocer el mundo actuando. La alegría por descubrir cosas nuevas es su motor de adquisición de conocimientos. Requiere tiempo y mucha paciencia antes de que el niño aprenda dónde están los límites. El que tarde un poco más en hacerlo no significa que sea "malo", sino que su manera de ser hará que los padres deban tener más paciencia y amor para aplicar la disciplina.

El lugar que ocupa el niño entre los hermanos hace que perciba el mundo de manera distinta. Esto pasa porque la configuración de la familia, así como las experiencias vividas por los padres, son distintas en cada caso. Si el hijo es el primogénito, la falta de experiencia de los padres, condicionará su entorno. Si el hijo es el más pequeño, los otros hermanos influirán en su modo de actuar y percibir las cosas. En el caso de hijos únicos siempre tendrán adultos dispuestos a ayudarle; cuando hay más hermanos, el tiempo de los adultos debe distribuirse entre todos. Estas situaciones no son ni buenas ni malas, pero afectan al comportamiento del niño. Por eso es necesario tenerlas presentes en el momento de juzgar si se está comportando bien o mal.

Los niños pequeños no suelen comportarse mal a propósito. Los niños pequeños son unas personitas muy impulsivas con grandes deseos de tocar, coger y explorar. Se trata de conocer su entorno a través de las manos, la boca y alcanzando objetos con su imperfecta coordinación. Nuestro papel como padres es la prevención, vigilancia y la posesión de reflejos rápidos.

El tamaño del niño y sus detrezas influyen de manera importante en su comportamiento. Si te agachas y pones tu cara a la altura de la de tu hijo, ¿cómo lo ves todo? ¿qué es lo que ves? Seguramente, sólo un mundo de piernas y zapatos. Por eso, para que nos vean y nos escuchen hemos de ponernos a su altura y mirarles a los ojos. Cuando intenta ayudar en las tareas de casa o a vestirse, su pequeño tamaño le impide ser efectivo y, esto, puede hacer que se enfade y que el padre también se desespere y le critique. No es bueno que esto suceda, ya que el niño dejará de colaborar y empezará a comportarse mal.

Los conceptos de realidad y fantasía de un niño son distintos de los de un adulto. ¿somos conscientes que cuando desaparecemos de la vista del niño, hemos dejado de existir para él? El concepto de permanencia de objetos y personas aunque no los tengamos a la vista todavía no se ha desarrollado a estas edades tempranas. Por otro lado, su imaginación le sirve para explorar y aprender. La línea que separa imaginación y realidad aún no existe. Con la fantasía el niño pequeño experimenta sentimientos y emociones que aún no puede expresar con palabras.

La paciencia es una virtud que está muy lejos del alcance de la mayoría de niños pequeños. Cuando eras pequeño, ¿no te parecía que el día de tu cumpleaños tardaba mucho en llegar? y ahora, como adulto ¿qué pronto llega cada año? El niño percibe el paso del tiempo de una manera mucho más lenta que un adulto, por tanto, los padres hemos de tener esto en cuenta y comprender que cuando le decimos a un niño que espere 5 minutos, le puede parecer una vida entera. Es evidente que deben ir adquiriendo paciencia, pero como padres hemos de comprender que no podemos tener a un niño sentado en un restaurante en su silla durante toda la comida!!